Berta Muñoz Cáliz
Panorama de los textos teatrales...
     


7. ESCENIFICACIÓN DE LOS TEXTOS TEATRALES EDITADOS PARA NIÑOS

 

Puesto que el tema de este trabajo son los libros teatrales, y no los espectáculos, no vamos a entrar aquí a analizar los montajes profesionales que se han realizado de las obras antes comentadas, pues excedería los límites de este trabajo; no obstante, y puesto que estos contienen propuestas para ser escenificados en el aula, comentaremos brevemente dichas propuestas, ya que la descripción del panorama editorial del teatro para niños y jóvenes quedaría incompleto si omitiéramos este capítulo.

En general, la mayoría de los textos tienden a proponer puestas en escena que requieran los mínimos medios, por razones prácticas, y es también una característica generalizada la flexibilidad en el número de personajes, como ya se comentó. Si bien la mayoría de las propuestas tienden únicamente a ilustrar la historia que se va a representar, también encontramos algunas que destacan por novedosas o imaginativas. Los apartados que siguen no pretenden establecer clasificación alguna, únicamente se limitan a recoger algunas de las propuestas de escenificación que rompen con las convenciones más extendidas, en distintos aspectos: espacios escénicos, estilos de interpretación, formas parateatrales, y utilización de títeres, sombras y otros elementos para apoyar –o para sustituir- la interpretación de los actores.

 

7.1. Espacios no convencionales

Algunas de ellas rompen la convención espacial del escenario a la italiana, como El árbol de Julia, de Luis Matilla: puesto que la obra trata sobre una niña que está subida a un árbol, el autor propone que se represente al aire libre en un árbol real. En Regaliz y Piruleta, Fernando Almena ha intentado crear “un gran espectáculo teatral, más allá de los habituales montajes, reducidos de espacio y de personajes, al que se deberá llegar por medio de la adecuada riqueza de colorido, vestuario, ambientación musical y efectos, y además, por la intervención de un ilimitado número de participantes” [1] . El lugar que propone para la representación es un escenario abierto: “una plaza, patio, polideportivo, parque, etc., con los asientos dispuestos en derredor del mismo”. También en Segismundo y compañía, de Fernando Lalana, se altera la convención espacial, al situar a algunos de los actores en el escenario y a otros sentados entre el público. Así mismo, en Las maravillas del teatro, de Luis Matilla, se rompe el concepto de teatro a la italiana, ya que actores y público ocupan diversos espacios a lo largo de la representación. E igualmente, en ¡Menudo latazo!, de Antonio Gómez Yebra (pieza incluida en Teatro muy breve), se rompe la “cuarta pared” del siguiente modo: el patio de butacas simula ser el mar, y en el borde del proscenio están sentados dos pescadores; del fondo del mar van surgiendo residuos, personificados por niños que, desde el patio de butacas, critican la falta de urbanidad de los pescadores.

 

7.2. Interpretaciones no realistas

En otros casos, la novedad consiste en la forma que se propone de interpretar a los personajes, alejada del realismo convencional. Así, Jesús Campos propone para su texto Blancanieves y los 7 enanitos gigantes –obra con formato de comedia musical-, un montaje escénico en el que los intérpretes actúen como si se tratara de dibujos animados. También se aleja de una interpretación convencional el montaje que propone Ignacio del Moral para Los enredos del gato con botas: en las “Notas para la puesta en escena” que anteceden al texto, el autor propone una interpretación muy extremada y hacia fuera, y en cuanto a la escenografía, señala: “Lo ideal es que el escenario parezca la página de un libro ilustrado, colorista y alegre”, propio del mundo de los cuentos. También esta obra incluye canciones. Igualmente, José Luis Alonso de Santos propone que, para la escenificación de su obra Besos para la Bella Durmiente, “todo ha de estar situado en un mundo mágico e imaginario, con fantasía y con música y color. Es decir, el mundo de los cuentos infantiles llevado a escena [2] ”.

Una propuesta muy diferente es la de Anne Serrano, quien propone realzar los tonos grotescos en la interpretación, según indica en las “Notas sobre el montaje”, de su obra 1,2,3 ¡Pon el mundo del revés!:

 

Todo debe ser sutilmente estereotipado y estilizadamente cutre. Un mundo falso y kitsch, como este de la cutrevisión, necesita de una puesta en escena que lo reproduzca en todo su cutre esplendor. Con el permiso del escenógrafo o la escenógrafa, sugiero la estética del cómic: colores chirriantes (de los que hieren el buen gusto) tanto para el telón-ojo-televisor-omnipresente, como para la utilería. […] Los objetos que se utilicen en el concurso conviene que sean planos, sin volumen, de cartón piedra o similar. Esto subrayará aún más ese falso mundo de las historietas. En fin, se trata de proporcionar a la escenografía pequeños toques surrealistas, que ayuden a crear el espacio mutante en el que tiene lugar este sueño desquiciado [3] .

Otra propuesta novedosa aparece en Para los niños… (Teatro abierto), de Fernando Herrero; el propio autor define las obras contenidas en este libro como “textos abiertos, corales, con rupturas de los signos escénicos, susceptibles de cualquier tipo de transformación”. La mayoría de ellos se sitúan en una atmósfera onírica, alejada del realismo.

 

7.3. Piezas mínimas y propuestas parateatrales

Hay también un grupo de obras que consiste básicamente en piezas mínimas y propuestas parateatrales para los más pequeños. Aquí se incluirían las piezas de Fernando Almena incluidas en su libro Teatro para escolares [4] , especialmente las primeras: “El gigante rascacielos”, “El león vegetariano”, “La vaca voladora”, “Agapito, el náufrago solitario”, “La tormenta”, o “El conejo”. Estas obras están a medio camino entre el juego dramático y el texto teatral propiamente dicho, ya que son textos abiertos en los que se da cabida a la improvisación, y en los que los ejercicios corporales (movimiento, gestos, sonidos, etc.) tienen una presencia tan importante como los propios textos.

Así mismo, Juguemos a hacer teatro (Recursos teatrales), de Euloxio R. Ruibal [5] , es un conjunto de obras breves para ser escenificadas en el aula, en el que los ejercicios corporales que se proponen tienen una importancia similar a la de los textos. Para los más pequeños, hay varias piezas incluidas en el libro Aires de juego, de Lucía Solana [6] .

 

7.4. Actores, títeres y sombras chinescas

La combinación de actores reales y títeres en escena es otro recurso bastante inusual. Entre las obras ya citadas, recordemos que se utilizaba en La fiera corrupia, de Jesús Campos, donde predomina la presencia de actores reales, aunque también hay escenas de títeres; en El bosque fantástico, de Luis Matilla, donde intervienen actores, títeres y sombras chinescas [7] , y en El baile de las ballenas, también de Luis Matilla [8] , en la que se ofrece la posibilidad de representar la obra con actores o con marionetas, y en función de estas opciones, se ofrecen varias ideas posibles para construir la escenografía. Igualmente, en El gran traje, de Julia Ruiz Carazo, una narradora nos cuenta mediante un monólogo cómo el traje se va poblando de vida, mientras que la acción es escenificada por títeres. Y en la propuesta de montaje que acompaña a la dramatización de La niña que riega las albahacas, de Antonio Rodríguez Almodóvar, David Fernández Troncoso propone un montaje con adultos que actúen como títeres.

Los volúmenes editados por Parramón, realizados por los hermanos Landa y por Mónica Martí e Isabel Sanz, proponen una gama bastante amplia de recursos para llevar a cabo un montaje escénico. Así, en El califa cigüeña, los hermanos Landa proponen una imaginativa escenografía basada en grandes cubos pintados con motivos orientales [9] . La piedra en la sopa, también de estos autores, e incluida en el mismo volumen que la anterior, da pie para trabajar el teatro de sombras. La sal en el mar, de Mónica Martí e Isabel Sanz, también está pensada para teatro de sombras [10] . La estatua encantada, de los hermanos Landa, está basada en la mímica, al igual que El flautista de Hamelin, en versión de Mónica Martí e Isabel Sanz [11] . Así mismo, en El hombre de la lluvia [12] , también de los hermanos Landa, hay proyecciones de diapositivas, efectos de iluminación y predominio de la expresión corporal.

Entre las obras concebidas para ser escenificadas por títeres, se encuentran todas las incluidas en la colección “Titirilibros” (Ed. Centro Cultural Caracola y Teatro Arbolé), y las publicadas dentro de las colecciones “Concurso Iberoamericano de Dramaturgia Infantil” y “Títeres de Sueños”, editadas ambas por el Centro de Documentación de Títeres de Bilbao; así como varios títulos sueltos incluidos en colecciones no dedicadas específicamente al teatro de títeres, entre ellos: Títeres y mimo. Los reyes del océano. El flautista de Hamelín, de Mónica Martí e Isabel Sanz [13] ; El pepino que quería ser elefante, de Padro Catalán [14] ; El gigante y el dragón, de Antonio A. Gómez Yebra [15] , la versión para títeres de El Cid, de Gisela López [16] , o las obras de Juan Ramón Barat y Reinaldo Jiménez incluidas en el volumen Más vale títere en mano [17] .

 

 



[1] F. Almena, Regaliz y Piruleta, Ob. cit., pág. 8.

[2] J. L. Alonso de Santos, Besos para la Bella Durmiente, Valladolid, Castilla Ediciones, col. “Campo de Marte”, 1994, pág. 15. La cursiva es del autor.

[3] Anne Serrano, 1,2,3 ¡Pon el mundo del revés!, Madrid, Ediciones de la Torre, col. “Alba y Mayo Teatro”, 2000, pág. 9. Esta obra se estrenó en 1998, en la sala Cuarta Pared de Madrid, dentro del II Festival de las Artes Escénicas para la Infancia y la Familia, Teatralia.

[4] León, Everest, 1986. Il. Irene Areal.

[5] Euloxio R. Ruibal, Juguemos a hacer teatro. (Recursos teatrales), Madrid, Ediciones de la Torre, col. “Alba y Mayo Teatro”, 1997. Il. Xan López Domínguez.

[6] Lucía Solana, Aires de juego, Madrid, CCS, col. “Galería del Unicornio”, 2003.

[7] Obra incluida en: L. Matilla, Teatro para armar y desarmar, ob. cit.

[8] Obra incluida en: L. Matilla, Teatro para armar y desarmar, ob. cit.

[9] Obra incluida en el volumen: Landa & Landa (LANDA, Thomas Joseph y LANDA, Norbert), Fábulas y criaturas mágicas. (Maquillajes, máscaras y escenificación), ob. cit.

[10] Obra incluida en el volumen: Mónica Martí e Isabel Sanz, Sombras chinescas y máscaras. La sal en el mar. El gato con botas, ob. cit.

[11] Obras incluidas en los volúmenes: Landa & Landa (LANDA, Thomas Joseph y LANDA, Norbert), Magia, caballeros y fantasmas. (Sonido, música y efectos especiales), ob. cit.; y Mónica Martí, , e Isabel Sanz, Títeres y mimo. Los reyes del océano. El flautista de Hamelín, ob. cit.

[12] Obra incluida en el volumen: Landa & Landa (LANDA, Thomas Joseph y LANDA, Norbert), Magia, caballeros y fantasmas. (Sonido, música y efectos especiales), ob. cit.

[13] Mónica Martí e Isabel Sanz, Títeres y mimo. Los reyes del océano. El flautista de Hamelín, Barcelona, Paramón, col. “¡A Escena!”, 2001.

[14] Pedro Catalán, El pepino que quería ser elefante, Madrid, CCS, col. “Escena y Fiesta”, 2000.

[15] Antonio A. Gómez Yebra, El gigante y el dragón (Teatro de títeres de cachiporra), en: Teatro muy breve, Madrid, CCS, col. “Galería del Unicornio”, 2000 (2ª ed.). (1ª ed. 1998).

[16] Gisela López, El Cid, Madrid, AETIJ, 2001.

[17] Juan Ramón Barat Dolz, y Reinaldo Jiménez, Más vale títere en mano, Valencia, Carena Editors, 2004.