5.5. Dramatizaciones basadas en grandes obras literarias
para adultos
La
adaptación de las grandes obras literarias de todos los tiempos es una
constante tanto en la narrativa infantil como en el teatro. El motivo principal
que impulsa a los autores a preparar estas adaptaciones suele ser el de
facilitar el acceso a una serie de obras fundamentales de la literatura
universal, familiarizando a los niños con sus personajes y situaciones, para
que unos años más tarde puedan disfrutar de las versiones originales.
En
algún caso, nos encontramos con adaptaciones que se limitan a aligerar las
dificultades que puede plantear la lectura del texto original en cuestiones
lingüísticas (tal como suele hacerse con las obras de teatro clásico), bien se
trate de adaptaciones filológicas, realizadas con mayor fidelidad al original,
o bien de versiones más libres realizadas por autores. Tanto unas como otras
serán omitidas en este apartado, pues nos estamos centrando en obras escritas específicamente
para niños y jóvenes, por lo que incluiremos sólo aquellas obras basadas en
textos clásicos que suponen una auténtica labor de creación por parte del
adaptador.
En Cervantes para la imagen y la imaginación,
Alfredo Castellón nos ofrece una selección y adaptación de textos cervantinos
[1]
.
El texto se divide en tres escenas, tituladas “El retablo de las maravillas”,
“El mono adivino” y “Los títeres de Maese Pedro o El retablo de la libertad de Melisendra”, en las que el autor ha sintetizado los textos
originales y ha modernizado su lenguaje para facilitar su comprensión, si bien
ha conservado algunos giros y vocablos de la época, y ha procurado ser fiel a
su sentido. Los textos que se ofrecen adaptados son el entremés El retablo de las maravillas, y los
capítulos XXV y XXVI de la II Parte de El
Quijote, textos en los que la presencia de los cómicos y su retablo
ambulante permiten el juego del teatro dentro del teatro, manteniendo cierta
unidad de personajes, escenografía y vestuario. La unidad temática, sin
embargo, es más profunda y viene dada por el juego cervantino entre realidad y
ficción. Este tema, tan querido por el autor, aparece abordado cuando se nos
muestra la locura colectiva de unas gentes que, por temor al estigma social,
dan más crédito a las patrañas que a sus propios sentidos; también cuando se
nos habla de la incertidumbre ante los hechos vividos por don Quijote (soñados,
según Sancho) en la cueva de Montesinos; así como cuando presenciamos la confusión
que lleva a don Quijote a atacar y destrozar a los títeres para ayudar a don Gaiferos en su aventura ficticia. El texto va acompañado de
una propuesta de filmación de la puesta en escena, con el fin de acercar a los
jóvenes al lenguaje cinematográfico, además de a la obra del genial escritor.
El retablo de las maravillas de Cervantes
inspira igualmente la obra de Luis Matilla titulada Las maravillas del teatro
[2]
,
a la que ya hicimos referencia páginas atrás. Juan Francisco Romero es autor de
una versión de Cyrano de Bergerac basada en el popular drama neorromántico de Edmond Rostand
[3]
.
La versión se dirige a niños a partir de ocho años, y viene acompañada de
ilustraciones coloristas, ingenuas y divertidas. El autor ha procurado
conservar los rasgos esenciales del héroe original: valiente y altivo, a la vez
que tierno, inteligente y generoso. La historia ha sido sintetizada y reducida
a sus acciones principales, dando como resultado una obra ágil, divertida y
accesible. Para acercar la historia a los jóvenes de hoy, se ha recurrido a
palabras coloquiales y de argot juvenil: “yogurín”,
“pijita”, “pibe”…), y se hace referencia a elementos que puedan resultar
próximos (el vino de Tomelloso, pueblo manchego en el
que la obra se estrenó) y de actualidad (“Supergarcía,
el de la radio”); elementos que se utilizan con moderación y que aderezan el
texto sin traicionarlo en lo fundamental, dentro de la simplificación a que ha
sido sometido.
En la
misma colección, podemos encontrar una versión de La mandrágora, de Maquiavelo, con
indicaciones escénicas y adaptación de Fernando Doménech
[4]
.
La edición, que ha sido preparada especialmente para ser escenificada por
talleres de bachillerato, se presenta a modo de cuaderno de dirección. En este
caso, no se ha versionado una obra de gran
popularidad, ni de un autor incluido como obligatorio en los currículos
escolares, sino que el adaptador ha rescatado una obra que considera de interés
por su relevancia en la historia del teatro y por la vigencia que aún pueda
tener en la sociedad actual.
También
contamos con una reciente versión teatral de El principito, de Saint-Exupéri, a cargo
del dramaturgo y actor Julio Escalada, buen conocedor del arte escénico y de
las claves de la teatralidad, quien realizó esta adaptación para un instituto
de secundaria
[5]
.
El poeta y Platero, de René
Fernández Santana, se inspira en Platero
y yo, la conocida obra de Juan Ramón Jiménez, que aquí aparece adaptada
para títeres, aunque incluye también algunos fragmentos del original
[6]
.
En
2005, la editorial Everest editó las versiones El ingenioso hidalgo Don Quijote de la
Mancha, de Eladio de Pablo; El
Lazarillo de Tormes, por Miguel Murillo, y los Entremeses de Cervantes, adaptados por
José Cañas, todas ellas en divertidas y cuidadas ediciones.
En
ocasiones, estas obras son auténticas recreaciones muy alejadas de la obra
original, aunque partieran en su origen de un texto literario: así sucede, por
ejemplo, con El camaleón, de Antonio
Gómez Yebra, basado en un cuento de Chéjov
[7]
; Las andanzas de don Quijote, de María
Belén Camacho
[8]
,
y La caza del snarck,
de Fernando Herrero, basado en un poema de Lewis Carroll
[9]
.
El Cantar de Mío Cid cuenta con una
adaptación para títeres a cargo de Gisela López
[10]
,
también muy libre.
A
veces los personajes literarios se toman como mero pretexto, sin que la acción
ni los propios personajes tengan mucha relación con la obra original. Así, en Los tres mosqueteros buscando a Dartañán
[11]
,
asistimos a una representación en las claves del clown,
en la que no importa tanto la trama ni los personajes como el humor verbal y la
interpretación actoral. En esta obra, Dartañán no acude a las muchas llamadas que le hace los
tres mosqueteros, por lo que estos se las tienen que ver solos en sus
aventuras; no obstante, consiguen salir adelante sin jefe alguno, y es esa la
idea que los autores han querido comunicar, al margen del significado de la
obra original.
Además
de estas obras basadas en textos literarios, encontramos otras que se basan en
mitos y leyendas clásicas; entre ellas: Dramatizaciones
(Dramatizaciones de mitos y leyendas griegas), de Aurelio J. Fernández
[12]
;
y La dama de los hechizados, de
Germán Díez Barrio
[13]
.
Sin
recrear una sola obra en concreto, Héroes
mitológicos, de Alberto Miralles
[14]
,
intenta familiarizar a los niños con una serie de nombres de la mitología
griega y del teatro clásico, pero sin insistir en otro objetivo pedagógico que
no sea el de aprender a hacer teatro –aprendizaje que aquí se presenta como un
juego- y aficionarse a ello.
Un
motivo literario, el color azul con las connotaciones que le atribuyeron los
poetas simbolistas, da título y constituye el motivo principal de la obra Fabulaciones en azul, de Luis M. García
González
[15]
.
Además del color, que se utiliza incluso en la tipografía, aparecen otros
elementos del imaginario modernista, como el héroe independiente y solitario en
busca de un ideal imposible, que aquí se presenta como un lobo errante.
En
ocasiones, los textos adaptados, en su origen, ya eran obras dramáticas, aunque
estaban destinadas a un público adulto. Tal como señaló Juan Cervera, la
escasez de textos dramáticos para niños y adolescentes ha hecho que se hayan
aprovechado los más ingenuos y sencillos que se encuentran en la historia del
teatro, aunque no fueran pensados para niños, ni ellos los pusieran en escena
anteriormente.
[1]
Alfredo
Castellón, Cervantes para la imagen y la
imaginación, Madrid, CCS, col. “Galería del Unicornio, 2002.
[2]
Luis Matilla, Volar sin alas. Las maravillas del teatro,
Madrid, CCS, col. “Galería del Unicornio”, 1996.
[3]
Juan Francisco
Romero, Cyrano de Bergerac (adaptación de la obra original de Edmond Rostand). Il. Eva Belén Barranco.
Ciudad Real, Diputación de Ciudad Real, Biblioteca de Autores Manchegos, 2003.
[4]
Niccolò Machiavelli, La mandrágora (adaptación de Fernando
Doménech), Madrid, Ediciones de la Torre, col. “Alba y Mayo Serie Teatro”, 2000
(2ª ed.).
[5]
Julio Escalada, El principito, Madrid, CCS, col. “Escena
y Fiesta”, 2004.
[6]
Obra incluida en
el volumen: René Fernández Santana, Reencuentro
con los clásicos, ob. cit.
[7]
Obra incluida en
el volumen: A. Gómez Yebra, Teatro muy breve, Madrid, CCS, col. “Galería del Unicornio”, 2000
(2ª ed.).
[8]
María Belén
Camacho, Las andanzas de Don Quijote,
Madrid, CCS, col. “Escena y Fiesta”, 2001.
[9]
Obra incluida en
el volumen: Fernando Herrero, Para los
niños... (Teatro abierto), Valladolid, Caja España, 2000.
[10]
Gisela López (adapt.), El Cantar de
Mío Cid, Madrid, ASSITEJ-España, 2002.
[11]
Javier Veiga, Chani Martín y Javi Coll, Los 3 mosqueteros buscando a Dartañán,
Madrid, ASSITEJ-España, 2003.
[12]
Ciudad Real,
Ñaque, Serie Práctica, 1998.
[13]
Valladolid,
Castilla Ediciones, col. “Campo de Marte”, 1994.
[14]
Alberto Miralles, Héroes mitológicos, ob. cit.
[15]
Luis M. García
González, Fabulaciones en azul,
Madrid, Ediciones de la Torre, col. “Alba y Mayo Serie Teatro”, 2000.