1. LA PRECARIEDAD DE UN
SECTOR EDITORIAL
Se puede afirmar,
sin temor a exagerar, que el teatro para niños y jóvenes es el género literario
peor tratado por el sector editorial de nuestro país. “Cenicienta de la literatura
infantil” lo denominó Juan Cervera
[1]
,
a lo que se suma el hecho de que el teatro ya es de por sí la “Cenicienta” de
la literatura. Y en estrecha relación con lo que sucede en el ámbito editorial,
también en las aulas, la literatura dramática cuenta con una presencia
considerablemente menor que la poesía y, sobre todo, que la narrativa.
Esta
situación no es nueva; ya en 1967, en el marco del primer Congreso de la AETIJ,
Aurora Díaz Plaja presentó una comunicación, titulada
“El teatro, este género difícil de editar”, en la que denunciaba el
desequilibrio que existía entre la oferta y la demanda, dado el “escaso número
de obras teatrales editadas y la constante demanda de las diversas personas dedicadas a la cultura infantil: maestros,
párrocos, bibliotecarias, jardineras de infancia y padres de familia”
[2]
.
Esta autora reunió una bibliografía de obras publicadas que constaba de unos
sesenta títulos, cantidad que calificaba de “ridícula en comparación de los
seis mil títulos que forman la producción actual de la literatura infantil y
juvenil en España”
[3]
.
Unos años más tarde, Juan Cervera, al escribir su Historia Crítica del Teatro Infantil Español, hablaba de “la
penuria” que existía en aquel momento en la edición de textos, y de la
“dispersión de los libros publicados”, además de cuestionar la calidad de lo
que se publicaba: “el gran problema del teatro infantil español es la carencia
de textos de calidad y vigentes”
[4]
.
Ya en los noventa, este autor insistía en el desequilibrio entre los distintos
géneros:
Al estudiar los contactos del niño con la Literatura
Infantil se propone que éstos sean equilibrados entre los distintos géneros. Es
decir, que estos beneficien no sólo a la narrativa, sino también al teatro y a
la poesía, por lo menos. [...]
Pero lo cierto es que los contactos cuidados y fomentados en
la escuela, en la práctica, se limitan a la narrativa a través de la lectura.
Prueba irrebatible de ello es que apenas se publican libros de poesía y de
teatro para niños
[5]
.
En
nuestros días, la edición de libros de teatro para niños apenas llega a la
treintena de títulos al año, cuando la producción anual de libros de literatura
infantil y juvenil supera los diez mil títulos anuales
[6]
,
por lo que no puede decirse que la situación, comparativamente hablando, haya
mejorado desde los tiempos en que Aurora Díaz Plaja hablara en los términos antes citados.
En
relación con esta escasez de textos, encontramos una presencia casi nula de
traducciones y de reediciones. En cuanto a las primeras, basta con echar un vistazo
a la bibliografía que se incluye en el Anexo I para ver que la práctica
totalidad de los autores son españoles y actuales; si en principio una
proporción mucho mayor de estos textos resulta lógica y deseable (lo contrario
sería igualmente empobrecedor, como está ocurriendo en el teatro de adultos),
la casi total ausencia de traducciones nos impide conocer el teatro que se hace
en otros países y enriquecer así nuestra propia tradición de teatro para niños.
En cuanto a las reediciones, nos encontramos con que las grandes obras del
teatro para niños del siglo XX, salvo algunas excepciones, han dejado de ser
accesibles en forma de libro.
Y no
solo las obras de creación, sino también las escasas obras teóricas que se han
escrito sobre el teatro para niños, cada vez son más difíciles de localizar
[7]
,
a lo que se suma la falta de nuevos estudios. Aunque en los últimos tiempos se
han publicado varios títulos sobre teatro con niños y jóvenes, estos se
refieren sobre todo a la práctica escénica, y van dirigidos principalmente a
profesores que imparten la asignatura de Taller de Teatro
[8]
.
Los propios dramaturgos que han escrito obras para niños apenas han publicado
sus reflexiones teóricas sobre el tema, por lo que también se echan en falta
textos a partir de los cuales se pueda construir una poética del teatro para
niños y jóvenes.
Como ya apuntó Cervera, el problema no afecta sólo a la
cantidad; también la calidad de las obras que se editan es muy desigual.
Encontrar textos teatrales de escasa calidad o inadecuados resulta
relativamente frecuente dentro de la actual oferta editorial, lo que unido la
escasez de textos, ha traído consigo consecuencias muy negativas para el género
en su conjunto, que se ha visto claramente discriminado, y ha hecho caer en el
olvido obras de interés
[9]
.
Ello a pesar de que a lo largo de la historia, algunos de los dramaturgos de
mayor prestigio se han interesado por el teatro para niños y han escrito piezas
de este género: Juan Eugenio Hartzenbusch, Benavente, Marquina, Valle-Inclán,
García Lorca, los hermanos Álvarez Quintero, Rafael
Alberti, Alejandro Casona, Elena Fortún, Carlos
Muñiz, Lauro Olmo, Gloria Fuertes, Alfonso Sastre y Luis Matilla, entre otros
–nombres a los que hoy se les podrían sumar otros igualmente significativos
[10]
-
suponen, para Cervera, la mejor muestra de que el teatro infantil no sólo ha
interesado a estratos populares o de escaso nivel literario. No obstante,
señala este estudioso, incluso después de la labor llevada a cabo por estos
autores, se ha seguido realizando un teatro para niños de escasa calidad
literaria y finalidad meramente didáctica que convive en el tiempo con un
teatro de interés artístico
[11]
;
afirmación esta que, casi treinta años después de que el autor escribiera su
estudio, continúa vigente.
A
pesar de todo, el volumen de libros editados y disponibles en la actualidad no
es tan pequeño como se cree, pues su escasa distribución en las librerías
tradicionales puede hacer pensar que la oferta es menor de lo que es en
realidad. A poco que se esté en contacto con profesores que impartan clases de
teatro a niños y jóvenes, enseguida se constata que la mayor parte de los
textos editados no se conocen. En muchas ocasiones, se recurre a escenificar
adaptaciones de textos clásicos (que, además, no suelen ser textos dramáticos,
sino romances, cuentos, capítulos de novelas, versiones del Quijote, etc.), realizadas por el propio
profesor, con el argumento de que “no se publican” (o “no se encuentran”) obras
teatrales para niños. A menudo, estas adaptaciones se convierten en un pretexto
para dar una clase de historia de la literatura, en la que además cobra
protagonismo el hecho de memorizar el texto, quedando relegados a un lugar
secundario el resto de elementos de la representación. A este respecto, Juan
Cervera advertiría:
Es más, nos atreveríamos a decir que el esfuerzo por
ofrecer a mentes juveniles obras medievales y clásicas como el Auto de los
Reyes Magos, las farsas francesas del siglo XV, o los pasos de Lope de Rueda
refundidas o no, obedecen más bien a un concepto tradicional de educación que
tiene más en cuenta a la cultura que al niño propiamente tal. Y, en realidad,
aun dentro de su situación de versiones a nivel infantil –favorecidas por el
primitivismo de las obras originales- cabe emparentarlas más con la actividad
escolar que con la actividad teatral infantil o suponerlas como una verdadera
aportación a él
[12]
.
Igualmente,
Jaime García Padrino señala que, en las actividades dramáticas escolares, nos podemos
encontrar con situaciones bien diferentes: desde profesores que han escogido un
determinado texto teatral, impreso con indicaciones y propuestas para la puesta
en escena, hasta aquellos otros que han decidido dramatizar una canción de
moda, como puede ser “La Puerta de Alcalá” cantada por Ana Belén y Víctor
Manuel
[13]
.
Según este autor, esta variedad está en estrecha relación con la notoria
escasez de textos: para poder seleccionar, el maestro necesita disponer de
amplios repertorios, pero “nada sería suficiente si ese maestro no es un buen
conocedor de la literatura infantil, conocimiento que, a su vez, descansa en la
pasión por la lectura y una adecuada formación literaria general”
[14]
.
En definitiva, nos encontramos ante una situación en la
que se ha prescindido de todo un género literario a la hora de formar a futuros
lectores, desaprovechando textos teatrales valiosos por la dificultad de su
acceso en librerías o por simple desconocimiento de los mediadores. No cabe
duda de que esta es una decisión de consecuencias empobrecedoras para la
educación del niño, ya que le priva de dotarse de una competencia lectora a la
hora de enfrentarse a los textos dramáticos. A diferencia de lo que sucede en
otros géneros literarios, en el caso del teatro, nos encontramos con la
aberrante situación de que adolescentes que nunca habían leído un texto
dramático se enfrentan a la lectura de obras de Lope de Vega o de Calderón; con
la consecuencia de que muchos de ellos no vuelven a leer teatro tras abandonar
la escuela. Luis Matilla ironizaba sobre esta paradójica situación en boca de
uno de los personajes de La aventura del
teatro:
Una niña dijo que le parecía muy difícil comprender los
libros de teatro y nos contó cómo la profesora que tuvo el curso anterior, les
leyó un pedacito de El alcalde de Zalamea, y que ella no entendió nada. Javier la
tranquilizó explicándola que cuando llegue el momento de leer teatro,
empezaríamos por otras cortas que nos sean fáciles de comprender. Antes de
hacerlo nos contará cosas sobre las personas que las escribieron y sobre los
gustos que tenían los espectadores de cada época
[15]
.
En
respuesta a esta situación, el propósito de este trabajo no es otro que el de
dar a conocer los títulos que existen actualmente en el mercado editorial y
facilitar los recursos necesarios para acceder a estos libros, además de
orientar sobre los temas tratados y las formas de abordarlos. Para cubrir el
primero de estos objetivos, se han elaborado los Anexos I y II, en los que
podemos comprobar que actualmente existen más de doscientos títulos vigentes en
los catálogos de las editoriales. Es cierto que si nos limitamos a buscar en
las librerías tradicionales, la experiencia suele ser sencillamente desoladora;
sin embargo, acceder a estas obras –incluso a las descatalogadas- no tiene por
qué ser complicado si se cuenta con los recursos necesarios, tema al que está
dedicado el Anexo III. Al estudio de las colecciones y sus características, los
temas abordados, las fuentes, las visiones del mundo que subyacen en los textos
teatrales actuales para niños y jóvenes se dedica el trabajo en su conjunto; ya
sin el afán de exhaustividad que tienen los anexos,
sino más bien con el objetivo de servir como estímulo a los mediadores para que
indaguen por sí mismos en los textos, en busca de aquellos que deseen dar a
leer –o bien a escenificar- a niños y jóvenes.
Finalmente,
anotamos que el repertorio de textos sobre el que se ha trabajado y que se
reproduce en los Anexos I y II viene a añadirse a los publicados en las
distintas ediciones de la Guía de Teatro
Infantil y Juvenil
[16]
,
de forma que con todos ellos podemos tener un repertorio más o menos completo
(con las carencias que pueda haber tanto en aquellos como en este) de los
libros de teatro infantil y juvenil publicados en España desde 1985 hasta hoy.
[2]
Aurora Díaz Plaja, “El teatro, este género difícil de editar”, en: I Congreso Nacional de Teatro para la
Infancia y la Juventud, Madrid, Editora Nacional, 1968, págs. 183-192, cita en pág. 183.
[4]
Juan Cervera, Historia Crítica del Teatro Infantil Español,
Madrid, Editora Nacional, 1982. A falta de una reedición en papel de esta obra
imprescindible, puede consultarse la edición digital en la página web: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/67638307577637058233579/index.htm
Los
fragmentos citados están incluidos en el cap. XII,
epígrafes “Los concursos de AETIJ” y “Consecuencias de las campañas del
Ministerio de Información y Turismo”, respectivamente.
[5]
Juan Cervera, “La
literatura infantil, inabarcable”, en: Homenaje
a Juan Cervera, Madrid, Asociación Española de Amigos del Libro, 1998.
Edición digital disponible en la página: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12493808007726084500080/p0000001.htm#I_1_
[6]
Según el Anuario sobre el libro infantil y juvenil
2006 (Madrid, Ediciones SM, 2006), en 2004 el número de títulos editados de
literatura infantil y juvenil fue de 10.690 ejemplares, un importante
porcentaje del conjunto del sector editorial de nuestro país, que publicó un
total de 67.822 títulos. (Ob. cit., pág. 10).
[7]
En el ámbito de
la edición digital, hay que destacar la labor realizada por los creadores del
Portal de Literatura Infantil de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, uno
de los escasos reductos donde actualmente se pueden localizar ensayos y textos
de teatro para niños.
[8]
Así sucede, por
ejemplo, con la casi totalidad de títulos sobre talleres de teatro con niños
publicados recientemente por la editorial Ñaque.
[9]
Así, por ejemplo,
en su selección Mil Libros de Literatura
Infantil y Juvenil, la Fundación Germán Sánchez Ruipérez incluye únicamente doce títulos de teatro, entre los cuales hay una obra para adultos
y un libro de técnica teatral. Puede consultarse esta selección en la página web: http://www.fundaciongsr.org/database/1000_libros/
[10]
Véase, por
ejemplo, el artículo de Cristina Santolaria,
“Dramaturgos consagrados se acercan al teatro para la infancia y la juventud”,
en: Teatro. (Revista de Estudios
Teatrales), 13-14 (junio 1998-junio 2001), págs. 459-487. Esta autora incluye a la siguiente nómina de autores que se han
acercado al teatro para niños: Ricardo López Aranda, Lauro Olmo, Fermín Cabal,
Jesús Campos, José Luis Alonso de Santos, Alberto Miralles e Ignacio del Moral.
[11]
“El teatro,
Cenicienta de la literatura infantil”, art. cit.
[12]
J. Cervera,
“Notas sobre los orígenes del teatro infantil español”, en Historia Crítica del Teatro Infantil Español, ibíd.
[13]
J. García
Padrino, “Promoción y difusión del teatro infantil en la escuela”, en Teatro Infantil y Dramatización escolar,
Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1997, pág. 26.
[15]
Luis Matilla, La aventura del teatro, ob. cit., pág. 28.
[16]
Julia Butiñá y Núria Tubau, Momento actual
del teatro para niños y jóvenes, Boletín
Iberoamericano de Teatro para la Infancia y la Juventud, XXXVII (Julio-septiembre
1985); Julia Butiñá, Guía de Teatro Infantil y Juvenil Español, Madrid, Asociación
Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil, 1992; Julia Butiñá, Ana Llorente y Berta Muñoz, Guía de teatro infantil y juvenil, Madrid, Asociación Española de
Amigos del Libro Infantil y Juvenil, ASSITEJ-España y Universidad Nacional de
Educación a Distancia, 2002.
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